No somos ricos

"Españistán", magnífica pieza de pedagogía sociopolítica.

La apariencia engañosa de riqueza en nuestro país fue sustentada en su mayor parte sobre un fenómeno de imposible recuperación: la burbuja inmobiliaria, inflada con la connivencia del PSOE y del PP, aunque fue éste el que le dio el gran empujón, con la reforma de la ley del suelo de 1998 y otras maniobras para simplificar la regulación urbanística, para hacernos creer ahora que ellos son quienes saben y pueden crear puestos de trabajo porque lo hicieron entonces. Se lo he oído hasta la saciedad, y hasta la suciedad, a Javier Arenas y a otro muchos dirigentes de su partido, buscando sembrar y abonar ignorancias para cosechar votos. Aquello estalló. Como consecuencia de ello nos derrumbamos hacia la realidad, y hay que reducir el déficit creado por la opulencia artificial. Los recortes se aplican ahora, entre otros ámbitos, en educación, en investigación. Lo sufrimos en las universidades, donde se está implementando el modelo del EEES (Espacio Europeo de Educación Superior) mientras se intenta ahorrar en medios humanos y materiales, provocando un incremento de la mediocridad, ya hasta ahora más que preocupante. Se exige excelencia artificiosa al profesorado, pero no al sistema. Y la derecha vendrá con más recortes, con más limitaciones para la gestión pública del arma estratégica fundamental del desarrollo: la educación y la investigación, con la falacia argumental de que lo que hay que desarrollar es la rentabilidad de las empresas y de los sistemas financieros. Vaya, que se sigue tratando de que unos cuantos se hagan más ricos a costa de que los ciudadanos caigamos masivamente en un ¿nuevo? modelo de esclavitud, si es posible sin que nos demos cuenta, contando incluso con nuestra paradójica complicidad. ¿Vamos a ir todos a pie juntillas a estrellarnos contra el fondo del abismo sin protestar siquiera?