6 de julio de 2015

NO, OXI, NEIN

Yo no sé qué va a pasar dentro de unas horas, cuando "los mercados" vomiten su discurso artificioso de cifras con las que algunos pretenden demostrar un poder que no les corresponde (el dinero de los ricos procede siempre de la explotación de los pobres), ni qué puede aportar el resultado del referéndum en Grecia a la solución de ese gravísimo problema que han creado las instituciones financieras internacionales con el concurso de unos cuantos gobiernos corruptos, mediocres, ineficaces, absurdos, canallas... Pero hoy algo ha sucedido en esta decrépita Europa que me ha soliviantado, en la más positiva acepción del término: "Mover el ánimo de alguien para inducirle a adoptar alguna actitud rebelde u hostil". Sí, rebelde ante los poderosos, ante el miedo, ante la propaganda neoliberal, ante esa "Troika" miserable que nos asfixia para que los banqueros engorden, ante tanta bajeza moral y política.

Hoy, el pueblo griego, el pueblo, sin más, ha dicho NO. Y lo ha dicho alto y claro bajo un chaparrón de amenazas y coacciones. Y ha crecido por ello, hemos crecido todos. Porque, como decía Agustín García Calvo: "el pueblo no dice más que NO: que si esto no es vida, que si esto no era aquello, que no creo, Señor, que no creo, y que, aunque me coma la paja que me echen, como el asno de Iriarte, no me olvido de lo que es el grano; y así toda la ristra de NOES que de vez en cuando brotan de los corazones cada día" (Análisis de la sociedad del bienestar, Lucina, Zamora, 1993). Y yo me sorprendo de repente con la enorme fuerza poética que tiene este NO, OXI, NEIN... Mañana se reunirán, quizás ya lo estén haciendo, los esbirros del poder para seguir a lo suyo, que es poseer, atemorizar, doblegar, mandar, representar como actores nefastos el personaje del amo. Pero no van a poder borrar el significado de esta negativa que desde la dignidad le planta cara a sus dictados, aunque después se salgan con la suya desplegando sus ejércitos golpistas camuflados, sus poderes financieros.

Me hubiera gustado estar esta noche en Atenas, la cuna de la democracia, festejando esa sola palabra: NO, con toda la batalla que presenta ante la desesperanza y el miedo. Pero, aunque no estoy allí, no me siento lejos. Mientras escribo esto escucho junto a mí las olas del mar Mediterráneo, y me alegro mucho de lo lejos que le queda esta humedad cálida y milenaria a esa tal Angela Merkel.

No sé con qué imagen ilustrar un homenaje, un abrazo, al pueblo griego, no me gustan las banderas... Por eso vuelvo a dejar aquí ese vuelo de gaviotas que publiqué en este mismo blog hace ya más de tres años ("A nuestros hermanos griegos"). Lo grabé desde un barco que cruzaba hacia la isla de Thassos, en el Egeo, un espacio intensamente azul en el mar Mediterráneo, el mismo mar que suena tras mis ventanas, el mismo mar en el que se adentró Zeus disfrazado de toro blanco llevando sobre sus lomos a Europa, de la que, según dicen, estaba enamorado.

No hay comentarios: